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Aunque muchas veces la comida en la calle padece del estigma de algo poco adecuado, informal o incluso poco higiénico, mi idea es cambiar esa percepción de forma muy profesional.
Un carrito bien armado y limpio en donde hay un conjunto selecto de ingredientes coloridos y sabrosos en que cada elemento está debidamente rotulado para que el cliente, ansioso de probar algo novedoso, puede elegir cual wurlitzer, una combinación de ingredientes y el cocinero anfitrión le prepara un exquisito plato.
Los ingredientes están seleccionados inteligentemente para que haya muchas combinaciones sabrosas sin necesidad de adicionar salvo sazonadores o alguna pizca de malicia cocinera.
El objetivo es que casi independientemente de cual sea la selección del cliente siempre se logre un efecto delicioso y sobretodo novedoso en sabor y presentación.
El carrito puede aplicarse en circuitos turísticos, paseos peatonales o bien arrendarse para eventos colectivos o privados, garantizando la originalidad de los platos y la experiencia gourmet.