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Entre mis amigos sibaritas un tema habitual es como conseguir el estado apropiado de un vino para beberlo tras descorchar. Si bien prefiero dejar que se oxigene en la copa y así aprovechar el tiempo para conversar, a muchos les gusta instrumentalizar el proceso. Es cierto que los decantadores, muchos existen, cumplen esa función de manera adecuada, pero me quedé pensando hace rato que en mis invitaciones a comer necesito algo más original. Esta idea se basa en el principio más básico de todos, como conseguir que el vino se exponga a una buena cantidad de oxígeno en el menor tiempo posible y que esto sea además entretenido. Así que se me ocurrió que podía diseñar las botellas en que sirvo el vino en una comida con la forma y condición para que eso ocurra. Botellas en que el vino tiene un gran recorrido con una enorme superficie de contacto con el aire y por lo tanto con el oxígeno que hace de las suyas, botellas que además sean entretenidas en forma y usos. Pensé en diseños que los invitados pudiesen disfrutar visualmente e incluso auditivamente, así que les muestro algunos ejemplos de mis ideas para que se lo imaginen.